El paso de Roman Abramóvich por la historia del Chelsea puede acabar siendo un viaje de ida y vuelta que deje al club en la misma cuneta de la que lo rescató el oligarca ruso hace casi 20 años. Las duras sanciones económicas impuestas al empresario por el Gobierno de Boris Johnson, por sus vínculos con el régimen de Vladímir Putin y su connivencia con los ataques a la integridad territorial de Ucrania, han colocado a la entidad deportiva en respiración asistida.
Para empezar, Abramóvich ya no podrá vender la propiedad del club, como anunció la semana pasada. Esa posible transacción, en la que ya se había puesto a trabajar el bufete jurídico del multimillonario, así como el banco de inversión estadounidense Raine Group, ha quedado paralizada. El Gobierno británico aclaró el jueves, en el mismo comunicado en el que anunciaba la congelación de todos los activos del oligarca, que aprobaría una licencia expresa “que incluyera el permiso para que el club siguiera participando en competiciones y otras actividades relacionadas con el fútbol, con la intención de proteger a la Premier League, a toda la estructura piramidal del deporte, a los aficionados leales y a otros clubes”.
Las disposiciones prácticas de ese permiso especial han impuesto serias restricciones en el día a día y en los planes a medio plazo del Chelsea. El club no puede vender más entradas para las competiciones que restan esta temporada. Teniendo en cuenta que el coste mínimo de una localidad es de 56 euros, y de que las plazas sobrantes en el estadio Stamford Bridge, descontadas las ocupadas por propietarios de abonos de temporada, son 12.834, las pérdidas para el club podrían suponer más de 700.000 euros por partido. “Todas estas medidas tendrán un impacto directo sobre el Chelsea y sus aficionados, pero estamos trabajando con intensidad para asegurarnos de que ni la entidad ni la competición nacional sufran daños innecesarios”, ha dicho Nadine Dorries, la ministra de Cultura y Deportes, encargada de negociar con los responsables del club en las últimas horas.
El Chelsea no puede tampoco vender camisetas, gorras, bufandas ni nada relacionado con su marca en la tienda del estadio, que permanece cerrada. Solo aquellos terceros que hayan comprado previamente material del club podrán venderlo hasta agotar existencias. Ni siquiera puede aceptarse la reserva de habitaciones en el hotel adyacente a Stamford Bridge.
Dejar una contestacion