En la tierra o el cemento, Alcaraz sigue creciendo

En menos de tres meses, 75 días en concreto, Carlos Alcaraz se ha metido entre pecho y espalda la friolera de 70.000 kilómetros y empieza a comprobar de verdad lo que supone tener tanta proyección y el exigente peaje de la élite. Un día amanece en Melbourne y al siguiente en Villena, donde se entrena, y de ahí a Río de Janeiro y después Marbella y más tarde Indian Wells, faena que ahora le ocupa. Mucho trasiego y, además, el consiguiente cambio de superficie: del cemento a la arcilla y de esta de nuevo al asfalto. Es decir, en dirección al estrellato, el murciano está cursando a los 18 años un máster de reflejos y adaptación, imprescindible para llegar allá adonde se dirige.

No lo lleva nada mal el chico, que entre tanto vaivén y tanto movimiento se ha colado entre los 20 mejores del circuito, ha ganado un torneo de categoría 500 (Río) –el segundo en la ATP, tras el obtenido el año pasado en Umag (Croacia)– y progresa como una bala en Indian Wells, donde derribó a Mackenzie McDonald (59º) en primera instancia y este lunes a rindió a Roberto Bautista (15º) con una suficiencia inesperada. Duro de pelar, y más sobre dura, el castellonense (33 años) solo pudo corroborar lo que había percibido la semana previa durante la concentración del equipo español en la Copa Davis, en Puente Romano: Alcaraz (6-2 y 6-0, en 1h 06m) es muy bueno y crece muy rápido.

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