Sólo una fe religiosa, la creencia en un ser superior, permitía imaginar el regreso de Marc Márquez. Un hombre herido, con un hombro débil y una vista inconstante, ¿Cómo alguien en ese estado puede domar la máquina que tanto le ha torturado? Una semana atrás únicamente los fervorosos hubieran apostado por cualquier cosa que no fuera la retirada. Con un palmarés tan repleto, mejor dejarlo, curarse, disfrutar de la vida. Este domingo en Austin, en cambio, Marc Márquez volvió a ser Marc Márquez. Lo de siempre… lo imposible. La clasificación de la carrera dice que acabó sexto, pero a quién le importa la clasificación en este Mundial de MotoGP.
Todo lo interesante este año ocurre alrededor de Márquez. Un campeón que se rompe, que se rehace, que se rompe, que se rehace y así hasta que, en su circuito favorito, es capaz de remontar desde la última posición hasta un puesto honorable. Un espectáculo. En cada carrera la organización del campeonato hace ver que ocurre algo más que Márquez, pero su esfuerzo es inútil. MotoGP es él: sus aciertos, sus trastazos. Los ojos de los aficionados se van a su Honda pase lo que pase porque lo merece. Este domingo, incluso la realización televisiva creó una pantallita lateral para seguir su progresión y en todo momento estuvo ahí lo interesante.
Desde que se le caló la moto en la salida y cayó hasta el último puesto hasta que tumbó al vigente campeón, Fabio Quartararo, en la última vuelta. Otra vez un Márquez desatado, frenando más tarde que nadie, colándose por donde no se cabía, arriesgando más que lo saludable, en el límite entre ser un genio y ser un loco. Después del error de inicio, en la primera vuelta adelantó a seis pilotos, en la siguiente, a dos y en la tercera, a otros dos. En la sexta vuelta ya era capaz de rebasar a su compañero de equipo, Pol Espargaró, y situarse entre los diez mejores. Y aunque parezca mentira por su estado físico, ahí empezó lo mejor.
SU CANDIDATURA AL TÍTULO
Hubo un momento en el que incluso superó su propio récord del circuito, establecido en 2014. Es cierto que en los últimos meses habían reasfaltado el circuito de Austin, normalmente una concatenación de baches, pero también lo es que en toda la carrera sólo un piloto, Enea Bastianini, completó una vuelta más veloz que ézl. A falta de siete pasos por meta, Márquez ya estaba con el grupo delantero y, después de rebasar a Jorge Martín y Johann Zarco, sólo tenía por delante el duelo con Quartararo que ganaría. Su ayudante, José Luis Martínez, y unos amigos le esperaban en una curva para celebrar como si hubiera ganado, pero no se quiso llevar por la emoción. Les abrazó y volvió rápido al garaje
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