Smart y Horford vuelven a la rotación y los Celtics conquistan Miami de forma incontestable: 70 puntos en la primera mitad, festival de triples y 1-1.
Marcus Smart es un tío peculiar. Tiene muchas virtudes, algunos defectos, una personalidad muy marcada y una actitud idiosincrática en lo referente a los Celtics. Es un jugador al que le ha costado encontrar su sitio definitivo en un esquema de juego concreto, que ha evolucionado en ataque, ha mejorado en el pase y ha seguido siendo el pilar fundamental de una defensa que ya es histórica. También continúa siendo un base que genera dudas en el tiro y tiene dificultades para gestionar finales apretados, un asterisco que ha decrecido y en el que parece mejor que ayer y, si sigue su evolución, peor que mañana. Es, al margen de todo eso, un tipo que se ha movido por esa fina línea que separa el bien del mal, ambiguo, ambivalente, contradictorio. Que genera, a veces, sentimientos encontrados. Pero lo que es incontestable, más allá de todo lo dicho, es que Marcus Smart es. Es el alma de estos Celtics, el filón, el base y la base que sostiene, que amarra, que demarra, que encandila. Un hombre que dentro de Boston no genera dudas, que fuera se alimenta de ellas y cuya presencia asegura que la competitividad del equipo y la carisma de una personalidad que es la de los Celtics, pero también es la suya. Un jugador que no está, un jugador que, una vez más, es.
Que Smart estuviera en el banquillo en el primer partido hablando en los tiempos muertos y aplaudiendo a sus compañeros no fue suficiente para los Celtics, que contaron con su retorno para el segundo asalto. También con el de Al Horford, un hombre que ha bebido de la fuente de la eterna juventud. Y con eso les bastó a los Celtics, que resolvieron el partido en la primera parte, aguantaron el conato de rebeldía de los Heat en el tercer cuarto, y sentaron a sus mejores jugadores con 6 minutos para el final cuando Erik Spoelstra había hecho lo propio un rato antes en un último periodo que no valió para absolutamente nada y en el que todo el mundo ya pensaba en el viaje a Boston. Otra vez, con todo merecimiento, el equipo que tan bien dirige Ime Udoka (excelente con los tiempos muertos y con los ajustes en el tercer cuarto) es claro favorito al título, al ansiado anillo que la franquicia no gana desde 2008. Y otra vez, reaccionan a una derrota con una victoria, demuestran un ejercicio de personalidad y resiliencia extrema y evitan dos derrotas seguidas en los playoffs. Algo que no les ocurre, por cierto, desde el 30 de marzo, cuando perdieron precisamente contra los Heat tras hacerlo antes con los Raptors. Imbatibles.
Los Heat empezaron bien, con 5 puntos seguidos de PJ Tucker (que acabó lesionado en el tercer periodo), bien atrás y con buenas ideas en ataque. Ganaban 18-8 con 7:25 para el final del primer cuarto… y perdían 28-47 con más de 8 para finalizar el segundo. Poco más que añadir. Bueno sí: 9 de 11 en triples en el periodo inicial, 12 de 19 al descanso (en el que ya ganaban 45-70), 16 asistencias en 24 minutos (por 9 de los Heat) y más del 50% en tiros de campo con un 50% en triples (20 de 40). Cifras espectaculares contra las que nada pudieron hacer los locales, que reaccionaron sin mucha convicción a la salida del túnel de vestuarios (65-82 y 67-84), pero que entraron 25 abajo al último periodo (71-96) y acabaron perdiendo por la misma diferencia (102-127). Ni el esfuerzo monumental del único salvable, Jimmy Butler (29 puntos, 16 de ellos en el tercer cuarto), ni la salida a la desesperada de Duncan Robinson (0 de 4 en triples, digno de estudio lo de este hombre) sirvieron para darle la vuelta a un partido que duró dos cuartos, no tuvo historia al final y demostró que lo del primer partido fue, de momento, un mero espejismo.
Jayson Tatum finalizó con 27+5+5 (y 8 de 13 en tiros de campo, 4 de 6 en triples), Al Horford con 10+3+3 (4 de 4 en tiros), Jaylen Brown con 24+8+3 (4 de 7 en triples), Grant Williams con 19, Payton Pritchard con 10… Pero el mejor fue, claro, Marcus Smart: 24 puntos, 9 rebotes, 12 asistencias, 3 robos, un +31 con él en pista (el mejor de todos los titulares en este aspecto) en más de 40 minutos (el único que superó esa cifra) y 31 posesiones ante Jimmy Butler, al que dejó en 9 puntos cuando se enfrentaba a él. Los Heat no tuvieron nada más allá del propio Butler (Bam Adebayo, con 6 puntos, está fuera de la serie), al que le cuesta más buscar su juego en la zona con Horford y Smart, ausentes en el duelo inaugural. Y la serie se va a Boston con 1-1 y una sensación de que el primer partido fue un descanso tras la dura y taquicárdica serie ante los Bucks. En definitiva, la dictadura de los Cetics hace su aparición y el equipo verde saca su orgullo para volver a soñar con el anillo, que tienen a exactamente 7 victoria. Y todo, por obra y gracia de Marcus Smart. Un jugador que es el alma, las piernas, el músculo y el sostén. Pero, sobre todo, un jugador que es.
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