El equipo marroquí llega a Semifinales con una propuesta reactiva, de juego directo y vertical para dar el golpe, con un orden defensivo invulnerable.
Walid Regragui, en la dirección técnica de, Amrabat, Ounahi, Hakimi, Ziyech, Boufal, En-Nesyri, y las intervenciones de Bono, figura, son los nombres más descatados de este equipo que hace historia en la Copa del Mundo.
Analizamos algunos aspectos marcados de su juego
La solidez y el orden defensivo es el sello distintivo de este equipo y una de sus mayores fortalezas. En defensa, la Selección Marroquí se posiciona en un marcado 4-1-4-1, en un bloque medio/bajo con poco espacios entre líneas. Una estructura que logra sostener (bien parado y concentrado) en los 90′ o en los 120′ minutos de juego. El bloque híper compacto cierra los carriles centrales, y busca anular el juego interior del rival ocupando los espacios por dentro.
Amrabat, el volante central de 26 años, es el futbolista que marca el pulso y el balance del equipo en mitad de campo. Es el jugador con más recuperaciones (41) en la competencia, fuerte en los duelos, físico, y quién también puede poner en ventaja a sus compañeros en ataque.
Es un equipo con gran protagonismo en transición ofensiva, recuperan y buscan salir rápido y a gran velocidad con pases largos, precisos, y en profundidad. Buscan llegar a portería y finalizar en el menor tiempo posible.
En transición defensiva, es un equipo muy bien trabajado, le han encajado solo un gol y fue en contra ante Canadá en fase de grupos, rápidos para el repliegue.
Presión: esperan en un bloque medio y dejan avanzar al rival hasta mitad de campo, donde saltan escalonadamente al poseedor del balón, obligándolo a retroceder o jugar a los lados o en largo. Tienen muy bien trabajados estos movimientos.
En salida, el combinado marroquí busca salir por bajo, intentando construir con el cercano para atraer al contrario. Suelen posicionarse con los dos centrales en el vértice del área chica, y los laterales con más altura. Con Amrabat bajando.
Es un equipo que no teme asumir riesgos en salida, pese a la presión del rival. Atrae, y luego juega en largo buscando a los medios o extremos y apostando a las segundas jugadas.
En fase ofensiva plantean un juego reactivo. Se sienten cómodos sin la posesión del balón, y su arma de ataque es el juego directo, vertical y el contragolpe. Cuando tiene la tenencia se posiciona en un 4-3-3 para dejar las bandas a los carrileros.
Una vez que el rival supera los ¾ de campo presionan con agresividad para recuperar, obligar al contrario a jugar por fuera, forzar el pase atrás y evitar la progresión del ataque.
Un equipo solidario, perfectamente orquestado y con convencimiento (vital) que sabe cuándo presionar, cuándo defender, cuándo atacar, y que ha sabido construir su poderío cerrándose atrás, y siendo eficaz para dar el golpe.
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