Adrián Ben visita AS con la medalla de oro continental de 800 metros. El gallego de 24 años no se pone límite y sueña a lo grande con los cinco metales dorados.
“Llevo un oro, va el 20%; me quedan cuatro Grand Slams…. aunque con el olímpico me conformo”, dice Adrián Ben, con una amplia sonrisa, pero convencido de sus palabras. El gallego de Viveiro (24 años) visita AS con la medalla de campeón europeo indoor de 800 metros en la mano; por delante piensa en añadir el Europeo al aire libre, los dos Mundiales y, por supuesto, el de los Juegos. “Dicen que parece un imán de nevera, pero a mí me ha costado lo mío”, explica con simpatía y orgullo sobre el trofeo que le acredita como campeón continental. Precisamente una de las ciudades más emblemáticas del Viejo Continente, París, celebra el evento más importante del deporte en 2024… y rápidamente irrumpe en la conversación. “Hay que aprovechar las oportunidades en la vida, tengo muchas ganas de poder correr allí”, dice antes de ensalzar el nivel de los ochocentistas españoles: “Hay opciones de todo. El dominio africano ha bajado y aunque hay grandes competidores podemos pelear contra ellos. Si hubiera un relevo 4×800, España daría un buen susto. No tenemos nada que envidiar a nadie y eso también viene de que nos zurramos mucho entre nosotros. Se puede sufrir más en un Nacional que en un Europeo. Los españoles le echamos muchas ganas y nos hacemos crecer unos a otros”.
Ben es un joven tranquilo, con discurso argumentado y que tiene claras muchas cosas. Entre ellas, que trabajar es la única vía al posible éxito. Eso, y siempre soñar: “Cuando Mariano (García) iba haciendo la moto por el Olímpico de Múnich tras ganar el oro en el Europeo 2022, pensé: ‘Qué tío, ya es campeón. Eso es algo que queda para siempre, te irás a la tumba con ese título. Yo quiero vivir una experiencia así’… y ya lo tengo (sonríe). Ahora hay que ponerse manos a la obra porque no te puedes relajar, hay que preparar en breve ya el aire libre porque el resto de competidores así lo va a hacer”. Y explica su plan de preparación a corto plazo pensando ya en la temporada al aire libre que tiene otro gran objetivo, el Mundial de Budapest (del 19 al 27 de agosto): “Iremos un mes a entrenar en altura a Sudáfrica, a 1.350 metros, y después otro mes en Font Romeu (Francia). Y correré los 10K del Zurich Rock´n´Roll Running Series de Madrid con mi marca, Adidas”.
Estrella del 800, especialidad a la que llegó casi por casualidad por una mala experiencia: “Acudí al Europeo Sub-23 de 2019 en Suecia como uno de los grandes favoritos y me quedé fuera de la final por cuatro centésimas… Cortocircuité, me equivoqué en el número de los que se clasificaban por lo que perdí hasta la plaza en el último metro. Para quitarme el mal sabor de boca, Alberto (Suárez, su representante) me apuntó a un 800 en Barcelona… e hice mínima para el Mundial de Doha”. Del continental sueco de hace cuatro años sacó el cambió de distancia y una enseñanza: “Tengo hablado con mi entrenador (Arturo Martín) que nosotros siempre hacemos carreras de 805 metros”.
El español, quinto en el Mundial de Doha 2019 y quinto en los Juegos de Tokio pasó un difícil 2022 al no acudir al Mundial bajo techo de Belgrado, ser eliminado en primera ronda en el Mundial de Eugene y en semifinales del continental de Múnich. Por eso al celebrar el oro en Estambul (“intenté ser lo menos tonto posible aunque alguno seguro que lo ha pensado”), ¿en quién pensó? “Lo primero en mis padres. En Viveiro no hay pistas y mi madre me llevaba dos veces a la semana conduciendo 100 kilómetros para entrenar. También piensas en mucha gente: mi antiguo entrenador (Mariano Castiñeira) que falleció hace año y medio, el míster (Martín), Águeda (Marqués Muñoz, su pareja); momentos buenos y malos…”.
Vicente Jiménez, director de AS, se interesa por las formas de preparar un 800. Ben, explica: “Se puede hacer de dos. Con series cortas como un velocista y cuando el cuerpo produce ácido láctico aguantar. O por arriba, ritmo alto pero que no entré el láctico o que lo haga lo más tarde posible”. Y Luis Nieto, directo adjunto, le plantea la comparativa con el 400. Adrián, no duda: “El 400 es durísimo pero cada uno va por su calle, en el 800 vamos pegándonos”. El campeón de Europa, que practicaba balonmano y no veía atletismo por la tele (”nunca he visto correr a Reyes o a Cacho, el primer recuerdo que tengo es el de Usain Bolt en 2008″) empezó a practicar este deporte gracias a sus padres y también a su profesor de educación física: “Habló con ellos y les dijo que valía para esto. Gracias a él empecé a correr”.
SEGURIDAD.
Gente trascendental, como su entrenador. “Confío 100% en él. Tenemos total feedback y será siempre mejor entrenándome de lo que yo lo sería de mí mismo. Analizamos todo y vemos en qué nos hemos equivocado para corregirlo”. En la final de Estambul todo salió a la perfección, aunque Ben le saca un ‘pero’ tirando de humor: “La victoria por tres milésimas es ajustada, pero podía haber apretado más. Asier (Martínez, en 110 vallas) ganó el oro en Múnich por una (risas). Le saqué 2,24 centímetros en meta a Robert”. Más serio se pone al explicar el sentimiento del grupo en el campeonato: “Hay un poco de rabia con el resultado porque con cinco cuartos puestos… Ha sido un Europeo muy caro”. Y aprovecha para alabar a la Selección: “La unión hace la fuerza. La Selección es una gozada. Todos están pendientes y hay un buen rollo que se pega. Yo quiero luchar por este equipo. Somos un grupo muy joven en general y conectamos. Eso ayuda en el rendimiento”.
Por último, saca su habitual humildad y agradecimiento al considerarse un privilegiado por lo que hace: “He tenido la suerte de poder elegir entre dedicarme al atletismo o estudiar. Por eso digo que lo más loco que he hecho en mi vida ha sido apostar por el atletismo. Dejar familia y amigos, y venirme a un centro de alto rendimiento a 600 kilómetros”.
Dejar una contestacion