El arquero y capitán de la Selección Mexicana vive un marcado contraste cuando tiene que representar a su país.
La carrera de Guillermo Ochoa en la Selección de México nunca ha estado excenta de claroscuros. El portero nacido en Jalisco posee varios récords con el Tri, ha ofrecido grandes actuaciones en Mundiales y su vasta experiencia como seleccionado -se remonta a diciembre del 2005, en su debut internacional contra Hungría- no lo han salvado de momentos amargos en su carrera.
En la tormentosa noche de este domingo, Ochoa fue severamente abucheado en la que fuese su casa por varios años con el América, algo que, más que un problema en sí mismo, pareciera ser un síntoma de cuestiones más profundas en la estructura del futbol mexicano y en el manejo de la Selección.
Desafortunadamente para Ochoa, todos estos años defendiendo la camiseta de México parecieran ser contraproducentes y le estarían jugando en contra, pues precisamente él es la cara visible de todo un cúmulo de decepciones y momentos trágicos en el balompié nacional -recordar el 7-0 contra Chile o la eliminación prematura en Qatar-, y por eso, sectores de la afición y la prensa estarían buscando en Carlos Acevedo el recambio generacional que tanto se ha exigido en la Selección.
Realidades muy distintas
A principios de año, cuando estaba dando sus primeros pasos en el futbol italiano, Ochoa fue premiado como el MVP de la Salernitana en el mes de enero. Si bien su club no es el mejor de la Serie A, el mexicano ha mostrado cierto nivel y consistencia para evitar que su equipo caiga estrepitosamente contra rivales de jerarquía como el Milán.
Además, no olvidar que Guillermo llegó a estos partidos internacionales con solamente 3 goles recibidos desde que Diego Cocca anunció a los convocados -Acevedo, a quien quería ver hoy el público, permitió 8 goles y Antonio Rodríguez, el tercer arquero, concedió 8-, pero ni así alcanzó para convencer a la siempre exigente afición.
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