Con seis bajas, incluidos Doncic e Irving, los Mavs se dejaron perder de nuevo. Con ello cierran la temporada del peor modo posible.
En un partido intrascendente todavía había una oportunidad más para hacer daño a la NBA. Porque esto no es otra cosa que rayar el fino cristal que es esta competición en sus últimos días de regular season para los que ya no se juegan nada. Desapariciones en las alineaciones, con más o menos tino para camuflarlas, y pocas ganas en general sabiendo que lo siguiente son las largas vacaciones hasta septiembre, cuando la pretemporada les volverá a llamar a filas. El caso de los Mavericks, y qué bien tener de ejemplo a los Spurs para compararlo, es especialmente feo. La Liga está investigando al equipo texano por sus tejemanejes en el duelo con los Bulls, cuando seguían teniendo opción de clasificarse para el play-in si vencían y firmaron un esperpento. Enfrente estaba el equipo de San Antonio que dirige Gregg Popovich, adalid del descanso a las estrellas cuando sí importa darlo, que se presentaba con incluso más bajas que las forzadas por Dallas: seis a nueve.
En los locales Luka Doncic, Kyrie Irving, Reggie Bullock, Josh Green, Tim Hardaway y Maxi Kleber lo vieron desde fuera. Perder daba más posibilidades de cazar la ronda protegida por ser top-10 en el Draft 2023 que los Mavs mantienen desde el traspaso de Porzingis desde los Knicks. A eso se han agarrado para firmar semejante humillación a las reglas de este torneo.
En este encuentro no había nada que ver más allá de la decrepitud a la que puede llegar la NBA. Y sin quererlo. Una utilización de las herramientas con el peor gusto que ya ha provocado una crisis reputacional en Dallas, con la que Doncic admitió en rueda de prensa que no estaba de acuerdo y que pone a Cuban, instigador, en la picota. Ni Popovich, que sabía que le iban a regalar la victoria, quería jugar. El veterano entrenador, próximo miembro del Salón de la Fama de Naismith, dijo que lo más excitante de este encuentro es que “quedan unos minutos para que todo acabe”, un guiño socarrón con sello propio. Minutos para los menos habituales, sensaciones para olvidar y un final que no se merecía el equipo que le disputó a los campeones Warriors las últimas finales de la Conferencia Oeste. Una cobarde caída.
Theo Pinson, base residual -ni siquiera es el tercero- que se mantiene en plantilla por ser un buen apoyo en el vestuario, logró un triple-doble: 23 puntos, 13 rebotes y 12 asistencias. Dominick Barlow, en el otro lado, firmó un 21+19 cuando sus promedios son de 3,3+3,1. Eso, en lo individual. Los Mavs se dejaron ir para levantar todas las sospechas posibles, que es lo que habían ido a hacer, para luego acercarse poniéndole maquillaje al marcador. Ese 14-42 (-28) con el que comenzaron es el peor primer cuarto de toda su historia.
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