El arquero mexicano se lució con dos imponentes paradones que salvaron a México de un bochorno mayor en el Azteca.
Aunque casi desde el comienzo del partido fue abucheado sin piedad por la afición presente en el recinto que por muchos años fue su casa, Guillermo Ochoa se mandó dos importantes atajadas que salvaron a México en un duelo que dejó un empate 2-2 como resultado -y con ello la clasificación a las semifinales de este torneo-.
La primera de ellas ocurrió en el minuto 56, durante los momentos iniciales de la segunda mitad. Ochoa salió enchufado y concentrado para la reanudación del cotejo y en un cobro de tiro de esquina, reaccionó con tremendos relfejos a un remate de cabeza de Shamar Nicholson.
A pocos minutos de que culminaran los 90 reglamentarios, el portero de la Salernitana volvió a ser figura tras un remate raso que tapó con el pie. Por como se estaba dando el partido, con un equipo jamaicano muy ordenado defensivamente y ante la escasa efectividad de los delanteros mexicanos, este gol habría sido la sentencia definitiva del encuentro.
No se salvó de las críticas
Cuando tenía el balón en sus manos, en el Estadio Azteca fueron notorios los estruendosos abucheos hacia el capitán de la Selección. Además, por momentos se escuchaba el nombre de Carlos Acevedo en clara alusión a la preferencia de la gente por el arquero de Santos.
Tampoco se salvó Raúl Jiménez, quien tuvo que escuchar cómo la gente gritaba el apellido del delantero del Feyenoord, Santiago Giménez, cada vez el queretano controlaba el balón.
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