Un irreductible Davidovich castiga a Dimitrov y se clasifica para su primera final de un Masters 1000

Davidovich, tras ganar a Dimitrov.
Davidovich, tras ganar a Dimitrov.Daniel ColeAP

Montecarlo tendrá este domingo un protagonista insospechado. Alejandro Davidovich venció a Grigor Dimitrov por 6-4, 6-7 (2) y 6-3, en dos horas y 43 minutos, y disputará su primera final ATP en el Masters 1000 del Principado. Se medirá a Stefanos Tsitsipas, defensor del título, que ganó a Alexander Zverev por 6-4 y 6-2. Partiendo del puesto 46º, tras un discreto comienzo de temporada, el campeón júnior de Wimbledon en 2017 se ha plantado en la lucha por el título en uno de los templos de la tierra batida. Ausente Nadal, 11 veces ganador del torneo, y eliminado Alcaraz en su debut, España defiende su tradición en la primera gran cita sobre arcilla de este curso.

Lejos de implosionar tras la victoria frente a Djokovic en segunda ronda, Davidovich ha seguido creciendo a lo largo del torneo. El triunfo ante el número 1 del mundo fue solo un punto de partida. En su primera semifinal de un Masters 1000, dejó claro desde la primera pelota que no iba a consentir demasiadas alegrías a su adversario. Dimitrov, un estilista sobre el que se depositaron grandes proyectos incumplidos, se fue a la red con una buena derecha y se encontró con un passing certero.

El búlgaro, de 30 años, contaba con la experiencia de su lado. No en vano, tiene ocho títulos, entre ellos las ATP Finals de 2017 y el Masters 1000 de Cincinnati, que ganó esa misma temporada, además de haber estado presente en las semifinales de tres torneos del Grand Slam. Davidovich, de 22, dispone de maneras más apropiadas para la tierra batida. Sin ceñirse al repertorio más ortodoxo de esta superficie, sí sabe manejar las alturas y moverse con la paciencia requerida.

CASTIGO SOBRE EL REVÉS

El revés a una mano de Dimitrov recibió un castigo constante. La rotura en el tercer juego fue suficiente para que el malagueño se llevase el primer parcial. Sin apenas deslices, salvo un drop mal ejecutado con 30-0 y 5-4, Davidovich hacía valer convicción y solidez. Ni siquiera con un temprano break en el segundo parcial permitió al búlgaro consolidar una reacción. Fiel a su plan, sin perder la cabeza, Davidovich lo recuperó de inmediato. Dimitrov defiende poco y carece de plan B. Si las cosas no le van de cara, tiende a la autodestrucción. Fue el español quien le abrió la puerta de una manera inesperada. El juego donde sacó para ganar el partido, con 5-4, fue el peor de la tarde. Lo cedió y arrastró su pena hasta el desempate.

Ya en desventaja en el tercer parcial, después de mirar a su entrenador, Jorge Aguirre, en busca de respuestas, se jugó un saque por abajo con el que neutralizó una pelota de rotura. Eran momentos muy delicados. Había dado vida a su talentoso adversario, que le presionaba en busca de un segundo break en el set definitivo. Davidovich salió vivo después de cuatro amenazas sobre su saque, en un juego de 13 minutos. A continuación pidió ser atendido por el fisioterapeuta. Problema leve en el adductor, para el que no precisó tratamiento físico.

De ahí partió su renacer. Dimitrov no supo asumir las opciones desaprovechadas y cedió cinco juegos consecutivos. El español volvió a sacar para llevarse el partido. Esta vez con 5-3 y aún presente el traspiés del set anterior. Esta vez no falló. Lo ganó con brillantez. Terminó con un ace, antes de arrodillarse sobre la arena, estrechar la mano de su rival y correr enloquecido a su rincón, donde también estaba Martín Fiz, integrante de su grupo de trabajo. Cuartofinalista en 2021, cuando hubo de retirarse ante Tsitsipas por lesión, Alejandro Davidovich Fokina está ya ante el partido más importante de su vida. Ha sabido esperar, sin rendirse en la difícil transición posterior a su victoria en el All England Club, y va obteniendo las recompensas que merece.

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