‘Dinamita’, oriunda de la Ciudad de México, logró el campeonato mundial de peso pluma de la Asociación Mundial de Boxeo el año pasado. Compagina su carrera deportiva con sus labores en la corporación y sus estudios en Derecho.
A Erika Cruz Hernández, quien lleva por apodo ‘Dinamita’, por el poder en sus puños, su hijo fue quien la convenció de entrar al boxeo: “Me decía que para que dejara de perder el tiempo. Uno cuando es joven no lo ve de esa manera. Decidí ir al box y me gustó. Desde el primer día lo amé”. Eso, hace 12 años. Erika tenía 18. Hoy, ‘Dinamita’ ostenta el título pluma de la Asociación Mundial de Boxeo (WBA) y en julio defenderá su título de la misma boxeadora a quien se lo arrebató en abril de 2021: la canadiense Jelena Mrdjenovich, quien llevaba seis años invicta. “La entiendo. Nunca había perdido con ninguna mexicana y llegué yo. Le vamos a dar la oportunidad para que se saque la espina”, sentencia retadora en entrevista con AS.
Erika, medallista de plata en Guadalajara 2011 (primera mujer mexicana en entregar una presea panamericana), tiene el boxeo en la sangre. Su padre, Guillermo, también se fajó sobre los encordados. Hoy, es él el entrenador de Erika. Los inicios, sin embargo, no fueron los más luminosos. Nunca lo son. “Primero no había peleas. Si encontraba a alguna rival a la mera hora te decía que no. En México casi no había, y las pocas eran muy mal pagadas (…) Empecé peleando en ferias. Hice como nueve peleas así. Gané y me convocaron al Comité Olímpico y eso me dio una vuelta diferente. Me apoyaron con una beca, tuve un respaldo”, relata.
Después de su éxito en los JJPP, Conade se encargó del seguimiento: “Afortunadamente no tuve que pasar por la situación de pedir dinero, como algunos de mis compañeros”. En 2015, se enroló en la Policía Federal, hoy Guardia Nacional, lo cual le brindó un mayor sustento en cuanto saltó la brecha del amateurismo: “Como profesional batallas un poco más. Antes, como amateur, bien que mal tienes las becas. Ahora, al menos ya tenía mi trabajo y eso me dio un poco más de apoyo. Vivir del boxeo solamente… la verdad no habría podido”.
En la Guardia Nacional, Erika se desempeña como subagente. Su trabajo es netamente administrativo: captura de datos, archivar, “ayudar en lo que se ofrezca”. Para sobrellevar el día, Erika se levanta a las 6 am para correr; después, con horario fijo, entra a sus labores en la GN durante la mañana. Después, cumple con su entrenamiento boxístico de un par de horas y posteriormente llega a casa para retomar sus estudios en Derecho a través de la Universidad de Guanajuato y estar con su hijo. “Mi hermana me ayuda a cuidarlo. Él ya sabe cuál es su trabajo. Todo se ha dado, gracias a Dios. No podría hacer nada de esto gracias a mi trabajo”.
La Guardia Nacional ha apoyado a Erika en todo momento durante su carrera. Incluso le han pedido en varias ocasiones que les ayude a coordinar seminarios de acondicionamiento físico para los elementos de la corporación. “Ahora se va a llevar a cabo un torneo de box. Requieren de mi apoyo: qué cosas se necesitan para prepararse, cómo ayudarlos a entrenar. Lamentablemente, no puedo hacerlo diario, por mi entrenamiento, pero trato de estar para apoyarlos”, cuenta Erika, quien no solo ha luchado contra sus rivales sobre el cuadrilátero y las penurias de los inicios, sino contra el estigma con el que carga cualquier mujer que opte por incursionar en el boxeo en México: “Todavía hay esa discriminación. La veo, por ejemplo, cuando a un hombre le pagan más. Sí entiendo la parte en que las mujeres no abrimos esa parte en el mercado como un hombre, pero sí está mal porque peleamos lo mismo que ellos”. “Pero siempre ha habido quien esté ahí para apoyarme”, matiza. “Siempre. Hoy puedo invertir en mi familia, y hasta en mejorar mi vida, mi casa. Me siento bien, creo que ha valido la pena la espera”.
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