Barcelona ha comenzado a reducir el espacio destinado a las motos en sus calles, prohibiendo el aparcamiento de motos y scooter en algunas zonas de la ciudad. La medida comenzó a aplicarse antes de la crisis del COVID-19 pero parece que el ayuntamiento ha acelerado proceso con la excusa de dejar más espacio de seguridad para los peatones, una medida necesaria para evitar contagios del coronavirus.
Según el Ayuntamiento de Ada Colau, el objetivo que se persigue es ganar 30.000 metros cuadrados para peatones y unos 21 kilómetros para el carril bici. Otra medidas que se están adoptando en Barcelona es la de “pacificar” (reducir la velocidad) de algunas de las calles y limitar el tráfico de las vías más concurridas. A las decisiones de Barcelona vendrán las de Madrid, que el alcalde Martínez Almeida está estudiando y que coinciden con algunas de las que propuso el anterior consistorio de Manuela Carmena y que fueron criticadas desde la oposición por Martínez Almeida.
En Barcelona por ejemplo se están pintando unas líneas que apliarán la anchura de las aceras y se limitará la velocidad máxima a 30 km/h. En palabras del teniente de alcalde de Urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, Janet Sanz, “necesitamos más espacio para los ciudadanos y las motos tienen que estar fuera de las aceras”.
La nueva movilidad debe pasar por fomentar el uso de la moto
Paradójicamente estas medidas vienen en un momento en el que también por el miedo al contagio se debe fomentar el uso del transporte individual y precisamente la moto es la que puede ayudar a descongestionar las ciudades. Tiene lógica que se amplie el espacio para los peatones, pero también la tendría que los ayuntamientos piensen en fomentar el uso de la moto que descongestiona el tráfico, es limpia y preserva de la mejor forma la salud de los usuarios que siempre van con guantes y nariz y boca protegidos por el casco.
No siempre se puede cubrir las distancias entre los domicilios y los centros de trabajo y estudio, y allí donde es dificil ir en bicicleta o andando es donde la moto cobra una especial importancia en esta nueva movilidad post COVID-19.
Barcelona cuenta con un parque de unas 300.000 motos y se debería pontenciar su uso con medidas que faciliten el desplazamiento y el aparcamiento de éstas, habilitado nuevas zonas específicas para el aparcamiento de motos y scooter en las ciudades.
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